Sí es un drama, Óscar
La opinión de Diego Jalón como cada viernes en TRIBUNA
Si algo hay que reconocerle a Pedro Sánchez es que en el tiempo que ha transcurrido desde que en 2014 sucedió a Alfredo Pérez Rubalcaba, ha logrado edificar la más sólida hemeroteca que ningún político haya construido para impugnarse a sí mismo. Para cualquier peripecia que el destino y las circunstancias le van presentando en su escabrosa odisea política, Sánchez nos ha dejado una declaración o un testimonio lapidario para desmentirse a sí mismo. Es sin ninguna duda su mejor opositor. Absolutamente nadie, ni portavoces, ni diputados, ni los líderes de ningún otro partido son capaces de presentar argumentos tan rotundos como los que el presidente ha elaborado para contradecir cada cosa que hace.
Hay veces que recordarlos invita incluso al asombro: "Un Gobierno sin presupuestos es un Gobierno que no Gobierna nada. Gobernar no consiste en vivir en La Moncloa". Pero bueno, eso fue hace unos años. Ahora, según han tenido a bien informarnos precisamente desde ese palacio en el que, según Sánchez, vivir no es sinónimo de gobernar, el Gobierno "ha renunciado" a presentar el proyecto de presupuestos generales del Estado para este año. El motivo, aunque pudiera parecer extraño, es que Pere Aragonés ha convocado elecciones.
Así que, como demuestran los hechos, Sánchez ha montado una mayoría parlamentaria tan sólida y progresista que la mera convocatoria de unas elecciones autonómicas en una región de España impide al parecer que las Cortes puedan siquiera debatir una ley de presupuestos, una obligación que tiene el Gobierno porque así lo establece la Constitución en su artículo 134. Pero ¿qué importancia tiene la Constitución si Aragonés ha convocado elecciones?
Escuchemos de nuevo al Pedro Sánchez de las Navidades pasadas: "Creo que es la responsabilidad del presidente del Gobierno, primero intentar sacar adelante unos presupuestos. Y si no los saca adelante, yo desde luego en su lugar, anticiparía las elecciones para que hubiera una mayoría parlamentaria distinta que pudiera gobernar este país. Pero si el presidente del Gobierno, como parece, no está dispuesto a hacer ni lo uno ni lo otro, lo que tiene que hacer, desde el punto de vista constitucional, es someterse a una moción de confianza, es su responsabilidad". No me negarán que es insuperable. Feijóo debería subirse en el DeLorean de Marty McFly y viajar al pasado para contratarle como portavoz.
Hace sólo una semana, un eufórico Bolaños, que se felicitaba a sí mismo por haber llegado al acuerdo de aceptar todas y cada una de las correcciones que Puigdemont había exigido a esa ley de amnistía redactada para amnistiarse a sí mismo, nos anunciaba el comienzo de la mayor era de paz, convivencia, concordia, diálogo y felicidad que España ha conocido, si no tenemos en cuenta el gol de Iniesta en el Mundial de Sudáfrica.
Con esta ley, decía Bolaños, "va a haber acuerdo de presupuestos. Hay una voluntad de todos los grupos parlamentarios de que haya presupuestos. Es una voluntad inequívoca de que haya presupuestos y de que haya tres años y medio de legislatura, de avances, de derechos, de convivencia, de empleo, de crecimiento económico. Una España que avanza para tener un país mejor. Esa es la voluntad de los grupos parlamentarios que apoyan a este gobierno y no tengo ninguna duda que habrá presupuestos".
Pues visto lo visto, aunque Bolaños no tenga ninguna duda, hay quien puede dudar de que la voluntad de esos grupos parlamentarios que apoyan al Gobierno sea la de una España que avanza para tener un país mejor. Incluso hay quien puede pensar que a esos grupos España les importa una mierda, que lo que querían era la impunidad que les concede la amnistía, y que, a la primera ocasión, han dejado a los socialistas colgados de la brocha.
Pero bueno, como ya se ha encargado de explicar Óscar Puente, que no haya presupuestos no es ningún drama. Es más, él que es un visionario ya pensaba que era mejor centrase en los de 2025. Al fin y al cabo, qué prisa hay en poner en marcha esa legislatura de avances, convivencia, empleo, crecimiento y blablablá, si total podemos esperar unos meses más, dar por amortizado el año en marzo y ponernos a pensar ya en el año que viene, que además no será bisiesto: "No es ningún drama. Yo creo que merecía la pena hacer unos presupuestos pensando ya en 2025. Es verdad que ese no era el plan y que ahora la situación obliga a ir a ese escenario, pero no es un escenario dramático".
Lo que sí puede ser un drama para su amigo Sánchez son estas elecciones catalanas anticipadas por obra y gracia de los camaradas de la vicepresidenta segunda. La que según los más finos analistas iba a ser la primera presidenta de España, aunque no la voten ni en su pueblo. La diligente y astuta lideresa de esa cosa llamada Sumar, que más que un partido parece el ejército de Pancho Villa, un ejemplo que será del agrado de Yolanda, sobre todo por sus ideales revolucionarios y por haberse casado con más de setenta mujeres, un referente de la lucha contra el heteropatriarcado. Pero Yolanda parece estar más centrada en impedir que Pablo Iglesias mantenga abierta su taberna a altas horas de la madrugada que en impedir que Los Comunes bloqueen los presupuestos catalanes y españoles.
Y no es que las elecciones catalanas vayan a ser un drama porque cojan al Gobierno desprevenido, dedicado de lleno a la cacería del novio de Ayuso y a la condena del gobierno de Aznar de hace veinte años. Ni porque su candidato y todo el PSOE se pueda ver cada vez más salpicado, según avance la campaña, por las peripecias de Koldo y sus compadres hasta llegar al día de San Pancracio con la mierda al cuello. Ni siquiera porque el lodazal llegue ya al colchón de La Moncloa porque la mujer del César se dedica, según ella misma explica en varios vídeos disponibles en YouTube, a asesorar a empresas para "ser exitosas" en la captación de fondos, véase subvenciones, que otorga el Gobierno que preside su marido.
Porque todo eso, como ha explicado la ministra de Hacienda, que ahora, gracias a Yolanda, se puede ir unos meses de vacaciones, son “determinados ámbitos, determinadas cuestiones que deberíamos de preservar y deberíamos dejar fuera del rifirrafe político por el bien de todos y de todas. Porque cuando ya empezamos a querer implicar a familiares, a personas ajenas a la vida pública, a la vida política, en las tareas que tienen que ver con la dialéctica parlamentaria, pues entonces empezamos a ser extraordinariamente injustos”.
Lo que es un drama para Sánchez y para este gobierno tan progresista es que ningún resultado posible de estas elecciones puede ser favorable a sus intereses, que como ya sabemos son los de España y de ningún modo perpetuarse en el cargo. Ya hay quien piensa que esta legislatura, que según decían se les iba a hacer muy larga a algunos, puede tener un final anticipado y no llegar ni a superar su ecuador. Lo que es un drama para Sánchez es que en el improbable caso de que Salvador Illa gane con mayoría absoluta, se le desmonta su mayoría parlamentaria en Madrid. Si gana sin mayoría, no podrá gobernar y tendrá que elegir entre darle el gobierno catalán a ERC o a Junts. Y esto privará a Sánchez del apoyo de uno o de otro. Y si ERC y Junts reeditan un gobierno independentista, exigirán la autodeterminación. Y se acabó el relato del reencuentro, la convivencia y el diálogo. Y esto, Óscar, sí es un drama. Y un callejón sin salida para Sánchez.