Esta acción estará vigente hasta el próximo 31 de marzo
Cuando hablamos de la agricultura, dos modelos predominan a la hora de definir cómo se cultivan los campos: la agricultura intensiva y la extensiva. Aunque ambos comparten el mismo objetivo final (la producción de alimentos) se distinguen principalmente por sus métodos, su impacto en el medio ambiente y la tecnología utilizada. En este artículo, analizaremos las principales diferencias entre ambos tipos de agricultura y qué maquinaria agrícola se requiere en cada uno de estos sistemas.
La agricultura intensiva se caracteriza por el uso de grandes cantidades de insumos, tales como fertilizantes, pesticidas y, sobre todo, maquinaria agrícola de calidad como la de Larrosa para aumentar la producción de manera sustancial. Su principal objetivo es precisamente maximizar la eficiencia y el rendimiento en un espacio limitado de terreno.
Este modelo es comúnmente utilizado para cultivos de alto valor, por ejemplo, hortalizas, frutas y cereales, donde la alta densidad de plantación y la mejora genética de las semillas son determinantes. Eso sí, a pesar de las ventajas que supone en términos de productividad, la mayor demanda de recursos y el impacto ambiental que genera debido al uso excesivo de químicos y agua lo hacen menos sostenible a largo plazo si no se gestionan adecuadamente.
En cuanto a la agricultura extensiva, esta se basa en el aprovechamiento de grandes superficies de terreno con menor intensidad en el uso de insumos. Por su naturaleza, suele estar destinada a cultivos a gran escala, donde el suelo y los recursos naturales son explotados con menos intervención directa. Este modelo se suele utilizar para la producción de trigo, maíz y forraje, en áreas donde el terreno es amplio y la mano de obra no es un factor limitante.
Si bien la agricultura extensiva permite una menor inversión en insumos y, en consecuencia, puede ser más respetuosa con el medio ambiente, presenta ciertas limitaciones en cuanto a la eficiencia del uso del suelo y la producción por unidad de superficie. Pese a ello, cuando se emplean buenas prácticas, como la rotación de cultivos y el uso adecuado de sembradoras neumáticas, puede resultar en una producción agrícola rentable y respetuosa con el entorno.
Sea cual sea el modelo de producción agrícola, la tecnología interviene directamente en los resultados de la producción, tanto en la eficiencia de la misma como en la inversión realizada y, por ende, la rentabilidad del cultivo. Es en este punto donde entra en juego Larrosa. La experiencia de la compañía en la fabricación de maquinaria agrícola de calidad la ha posicionado como una de las empresas líderes en el sector.
Además de sembradoras mecánicas, neumáticas y otros equipos agrícolas de segunda mano en perfecto funcionamiento, la firma cuenta con un inmenso catálogo que incluye arados de vertedera de gran rendimiento, cultivadores semichisel, chisel de gran despeje, rulos pelgables, desplegadoras y un largo etcétera. En definitiva, soluciones que se adaptan a las necesidades de cada agricultor, ya sea en la agricultura intensiva o extensiva.