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Almazán celebra la tradicional fiesta de los zarrones
Una tradición, con más de 200 siglos de historia y declarada de interés turístico regional, que evocan el pasado pastoril del municipio
Almazán ha celebrado este miércoles su fiesta de los zarrones coincidiendo con la festividad de San Pascual Bailón, una tradición con más de doscientos años de historia, de interés turístico regional desde el 2000, y que tiene un ritual único, de origen pastoril, que gira en torno a tres personajes burlescos y estrafalarios.
Mario Salvachúa, Álvaro Esteban y Arturo Esteban, de nuevo zarrones este año, han lucido el traje que evoca esa tradición pastoril, con zamarra de piel, zahones o calzones de cuero marrón, polainas y albarcas y la tradicional barba, publica EFE.
Han escoltado a la imagen del santo y la cofradía de San Pascual Bailón, dando carreras a los más jóvenes y 'zambombazos' a los que se han acercado más y agachado para recoger los caramelos que se arrojan en el recorrido, tras la misa en la iglesia de San Pedro.
En declaraciones a EFE, Mario Salváchua, uno de los zarrones, ha resaltado el sentimiento que tienen por esta fiesta, que han ido heredando de padres a hijos, hasta llegar a la cuarta generación.

Fiesta de los zarrones en Almazán. (Foto:Ical)
Una vez terminada la misa y la posterior procesión, los zarrones han vuelto a protagonizar todas las miradas de los asistentes, con sus carreras y sus 'zambombazos' a los jóvenes más atrevidos.
La cofradía cuenta actualmente con más de 1.700 socios, aunque apenas uno es actualmente pastor, lejos de los orígenes donde los pastores fueron sus promotores.
Hace dos siglos, en Almazán y su comarca, sus habitantes vivían de la ganadería, la agricultura y la alfarería. La función original de los zarrones era controlar a los jóvenes que molestaban a los cofrades en la procesión en honor a este santo zaragozano (1540-1592) que fue pastor desde los siete años y que vistió el hábito franciscano en su juventud.
Los zarrones representan a los pastores que cuidan el rebaño, representado por los danzantes, y visten recordando a los antiguos pastores de la zona, con zamarra de piel, zahones o calzones de cuero marrón, polaínas y albarcas.
Un sombrero ancho cubre su cabeza, tocado con plumas de buitre o águila y rabos de zorro colgando por la parte posterior.
En la mano llevan una zambomba o garrote unido por una cuerda a una funda alargada de lona o de cuero rellena de lana y portan también una colodra -cuerno de buey con tapadera de plata- en la que conservan la soparra, pan remojado en vino con azúcar y canela.
Todos los zarrones lucen barba recordando la figura del pastor que se afeitaba cuando llegaba a sus casas, después de largas temporadas fuera de ella.
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