Su mundo creativo ha estado presente en muchas de las películas de Pedro Almodóvar, desde 'Átame!' a 'La habitación de al lado'
Veinticinco años después de protagonizar su primera exposición en la Galería Guillermo de Osma en Madrid, y cuando se cumple un lustro desde la última, el artista soriano Dis Berlin (Mariano Carrera, 1959) regresa a ese espacio este martes, 26 de noviembre, con 'Le quedan muchas canciones a mi corazón', su nueva muestra individual, que reúne hasta el próximo 31 de enero alrededor de cuarenta obras con los que propone "un viaje a lo desconocido". El fecundo mundo creativo del soriano ha impregnado la retina de los espectadores porque su obra ha estado presente en muchas de las películas de Pedro Almodóvar, desde 'Átame!' (1990) a la recién estrenada 'La habitación de al lado' (2024), formando parte ya del imaginario colectivo.
Como señalan a Ical desde la galería, en esta ocasión la exposición reúne paisajes e interiores poblados por objetos; en raras ocasiones surgen figuras humanas que, de igual modo, son tratadas casi como objetos. "La combinación de estos elementos produce escenas paradójicas cargadas de misterio y en muchas ocasiones, de sentido del humor. Dis Berlin consigue crear en estas obras un ambiente casi metafísico del que emana una quietud y un silencio que invitan a la meditación, nacida deliberadamente como contrapunto a la confusión y vacuidad que él percibe en el mundo actual", subrayan.
En el catálogo de la muestra, Dis Berlin brinda con el título 'Notas a pie de caballete' una jugosa serie de reflexiones en torno a su oficio y a su forma de practicarlo. Tras calificarse como "eterno autodidacta", recalca que, para él, "el oficio de pintar no tiene fin, se renueva en sus retos, cuadro a cuadro, caminando si puede ser hacia lo desconocido".
Desde sus inicios, el creador soriano ha demostrado gran versatilidad de propuestas estéticas con las más variadas técnicas como son la pintura, dibujo, collage, escultura, fotografía, fotomontaje, cerámica… que ha compaginado también con la labor de galerista, editor y comisario. Su obra se caracteriza por una cuidada técnica y por ese mundo propio tan original.
Desde la galería que le representa, apuntan a Ical que la "vibrante y genuina" paleta de colores que utiliza "evoca a los fauvistas y el realismo mágico de los años 20" pero en él, sin embargo, prevalece la ausencia de escenas fácilmente reconocibles. Para ello, aclaran que Dis Berlin acude a su gran archivo de imágenes, casi todas de los años 40 y 50, que le sirve de base para sus creaciones. "Así descubrimos cómo toda su obra está presidida por un mismo espíritu: el del rico mundo de las imágenes con el que el artista logra crear un universo lleno de recursos imaginativos que logran siempre sorprender al espectador", reflexionan.
En sus textos inéditos que recoge el catálogo de la exposición, Berlin rememora su primera infancia: "Nací en una casa sin cuadros, sin libros, sin música; todo lo que ha dado sentido a mi vida lo tuve que descubrir poco a poco, lejos del vacío que supone la pobreza. Quizás por eso siempre he sentido esa hambre de arte que me ha proporcionado tener una sensibilidad insaciable".
El artista, afincado en Aranjuez hace décadas, subraya su aspiración de que sus cuadros "sean un objeto de lujo espiritual" y, tras confirmar que su pintura nunca ha sido realista, se aleja de quienes emparentan su obra con el surrealismo para vincularla con una "naturaleza metafísica": "No buceo en el inconsciente, no me atraen las zonas oscuras de la conciencia. Como metafísico proyecto el misterio interior hacia las cosas y el mundo para construir una realidad nueva. Mi aspiración es intentar fabricar misterios".
"La pintura es una actividad extraña, caprichosa respecto a los deberes del mundo. Eso la convierte por naturaleza en irreal, en expresión de lo desconocido, es decir, en otra realidad y añoranza de otra vida", añade. Asimismo, se considera "un poeta frustrado", y con ello justifica las mil y una vueltas que siempre le da hasta encontrar el título de sus trabajos.
Además, recalca que la pintura es el centro de su vida y considera un buen cuadro como "un tesoro" o "un instante de eternidad", más si cabe hoy día, cuando "casi todo se ve bajo el filtro de las pantallas", algo que conlleva "el riesgo de empobrecer nuestra sensibilidad frente a las imágenes". "La sensorialidad, la fisicidad de la pintura, se queda fuera de la imagen digital", concluye.
Texto: César Combarros / ICAL
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