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Raquel Díaz ya tiene dónde vivir y seguir recuperándose 4 años después de sobrevivir a la violencia extrema

"Estoy feliz y siempre estaré infinitamente agradecida a la ministra Ana Redondo por no olvidarse de las víctimas ni de las supervivientes", cuenta entusiasmada desde su nuevo hogar, "un centro familiar"

Raquel Díaz ya tiene dónde vivir y seguir recuperándose 4 años después de sobrevivir a la violencia extrema
La abogada leonesa Raquel Díaz, "feliz" en su nuevo hogar. | SM
Susana Martín
Susana Martín
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Raquel Díaz ya tiene dónde vivir y seguir recuperándose cuatro años después de sobrevivir a su trágica historia de terror y violencia de género. Tras pasar por varios centros geriátricos y psiquiátricos y pelear por lograr plaza en uno "más amable y adecuado a mi edad y circunstancias", la abogada leonesa está entusiasmada con su nueva plaza.

La mediación de la ministra Ana Redondo ha sido fundamental para conseguir este nuevo hogar, y Raquel dice que "le debe la vida" y que "le estaré siempre infinitamente agradecida por no olvidarse de las víctimas ni de las supervivientes".

"También nos ha ayudado mucho el expresidente Zapatero, algo que nunca olvidaré, ojalá pueda agradecérselo a ambos en persona", cuenta una Raquel pletórica, "qué importante es que en medio de esta lacra imparable de la violencia de género alguien se pare a escucharnos a las víctimas, porque las supervivientes seguimos vivas, aunque haya quienes no quieran vernos".

En lo que va de año, 32 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas. Raquel Díaz pudo engrosar otra de estas insoportables listas de mujeres muertas, la de 2020. El 27 de mayo de aquel "maldito año", esta abogada leonesa que hoy tiene 48 años fue salvajemente agredida por su entonces marido, el exconcejal de Ponferrada Pedro Muñoz, un cacique local que había pasado por seis partidos políticos y tenía más poder del que pudiera parecer, como siempre advirtió Raquel cuando despertó del coma. Le quedaba una pesadilla peor, la de sobreponerse a su nueva vida: su agresor la dejó parapléjica y con terribles daños neurológicos de los que aún se recupera.

Esta semana, Raquel parece otra. Por unos días, olvida sus penas y sólo llora de alegría. Está pletórica en lo que ella llama su "nueva vida". "¡Ya tengo casa, por fin, ya tengo un hogar y tengo ganas de vivir!", cuenta Raquel Díaz en un mar de lágrimas de entusiasmo. Tiene los nervios a flor de piel desde que hace unas semanas supo que la asignación de una nueva plaza en un centro idóneo para sus necesidades y circunstancias estaba a punto de ser una realidad. Ya lo es.

Le cuesta recordar el periplo de residencias por las que ha pasado en sus cuatro años de calvario "desde que ese bicho me partiera la vida en dos": en algún lugar del Bierzo, en algún lugar de Palencia, en algún lugar de Zamora, en algún lugar de León. Rodeada de ancianos y enfermos psiquiátricos ha sobrellevado "como he podido" su ya de por sí tormentosa situación.

Por si queda alguien sin conocer el camino de esta víctima de violencia de género: con 44 años -hace cuatro- esta abogada nacida en Villablino sufrió una salvaje agresión de su entonces marido, que la lanzó desde la terraza y la golpeó brutalmente (17 lesiones) hasta dejarla en un estado calamitoso, al borde de la muerte. Aquel miércoles 27 de mayo de 2020 que nunca podrá olvidar, "ni quiero", el hombre a quien creía querer la dejó parapléjica y con daños neurológicos irreversibles. Aun así, aunque parezca un milagro, varias operaciones y mucho sufrimiento después, Raquel ha conseguido una importante recuperación y pelea cada día por que los daños cerebrales que le causó la enésima paliza no le roben las ganas de seguir adelante.

"Lo peor que le hizo ese animal a Raquel no es la paraplejia", contaba el entorno de la mujer cuando se supo que quizá sobreviviría. Se refería a los daños cerebrales. Sumados a los entornos "nada amables" donde ha residido en los últimos años, no es difícil imaginar el estado anímico de Raquel Díaz cuando ha tenido que vivir entre ancianos y enfermos psiquiátricos.

"En todo este tiempo me he sentido abandonada, sola, encerrada en lugares muy duros, como si la condena me hubiera caído a mí", ha contado Raquel en varias entrevistas en las que ha querido dejar claro que la violencia de género no debería ser un asunto privado. Ella lo conocía bien: era abogada del turno de oficio de violencia de género y además dormía con su enemigo. "Nunca conté lo que me estaba pasando porque tenía miedo a sus amenazas, era un hombre poderoso con muchas amistades", contó durante la vista oral a su agresor, que se celebró en diciembre en la Audiencia Provincial de León. "Yo ya no podía confiar en nadie por el maldito caciquismo de Ponferrada", llegó a decir en una larga entrevista Raquel.

En enero de este año, Muñoz fue condenado a 16 años y 11 meses de prisión por lesiones agravadas y otros cuatro delitos de maltrato. La acusación particular de Raquel ha recurrido la sentencia al TSJCyL: "Lo que pedimos es que lo condenen por asesinato en grado de tentativa, porque es lo que ocurrió, intentó matarme, y así lo reconoce la sentencia, así que esperamos que el Tribunal Superior aplique justicia y dicte una sentencia ejemplarizante, para que si intentas matar a una persona te castiguen por ello", cuenta esta abogada que ya no volverá a ejercer pero recuerda bien el funcionamiento de los asuntos jurídicos.

 "Mientras esperamos los recursos del TSJCyL, ha llegado la mejor de las noticias" dice Raquel, "siempre estaré infinitamente agradecida a la ministra Ana Redondo". La propia ministra le dedicaba unas cariñosas palabras esta semana. "Las políticas públicas de igualdad tienen que servir para remover los obstáculos estructurales del machismo y también para atender a las mujeres concretas que lo sufren", explicaba Redondo, que en un cariñoso mensaje para Raquel para enviarle "mucha fuerza" le anuncia que pronto la visitará en su nuevo hogar.

"Este es un centro familiar donde me siento como en casa", detalla Raquel. "Es verdad que aquí también hay gente mayor, pero también somos jóvenes muchos internos, y eso es infinitamente mejor para mi estado anímico, era durísimo convivir tan de cerca con la muerte".

Estremece la entereza con que habla Raquel de todos los temas. De cuando tuvo pocas ganas de seguir adelante, de cuando no podía más, de cuando la proximidad del juicio a su agresor le devolvió las ganas de vivir, del abandono que ha sentido en muchos momentos. "Lo peor ha sido la soledad, el no entender por qué tanta gente se olvidó de mí, no quiso saber más", relata, "mi amiga Belén me dice que sólo te hace eso quien nunca te ha querido de verdad, y tiene razón, hay muchas relaciones de postureo, y a la hora de la verdad no están cuando más les necesitas... Me ha costado mucho sufrimiento aceptar tantos abandonos".

En su nuevo hogar, Raquel parece otra. "Esto significa volver a tener vida, todo me ha cambiado, vuelvo a tener planes, haré excursiones, sigo preparando unos proyectos para ayudar a otras víctimas... tengo ganas de vivir, ¿sabes?".

"Aquí he comprendido que por fin se terminó mi pesadilla, y eso que el protocolo hace que Cometa me siga llamando a todas horas a pesar de que mi agresor esté preso, me tienen frita con tanto protocolo de protección".

Las fuerzas las saca "del inmenso agradecimiento que tengo a las personas que me han ayudado tanto, las pocas que no me dieron por muerta, que han estado ahí a pesar de todos los problemas que eso les ha supuesto". "Desde hace un par de años, mi lema es paciencia y confianza, me lo enseñó una amiga y ahora lo tengo claro, todo llega, aunque a veces cueste mucho".

"Si te digo la verdad, ahora procuro no ver nada ni leer cada vez que matan a otra mujer. Es insoportable esta lacra y no le veo fin", lamenta Raquel, "mi idea es que mi experiencia pueda servir de apoyo a otras mujeres que hayan pasado por infiernos como el mío, contar mi historia en varios proyectos en que estamos trabajando y ayudar a quien lo necesite, para dejar claro que la violencia de género nos afecta a todos, a todos, y que todos deberíamos visibilizarla y apoyar a las víctimas". 

Velando por sus asuntos se encuentra Felipe Patiño, el abogado que sí escuchó a Raquel y sí trabajó por que se impartiera justicia, el segundo letrado que ha dirigido de la acusación particular de la víctima. El primero fue Pablo Bello, el único de los colegas abogados de Raquel en Ponferrada que quiso hacerse cargo del caso, pero tras varias decepciones ella consideró que "por acción o por inacción, era difícil soportar las presiones en El Bierzo, así que cambié de abogado y me recomendaron a Felipe Patiño, que no es de por aquí". Cuenta Patiño, gallego, que conocer la historia de Raquel -a través de una amiga- le impactó, "no pude mirar hacia otro lado y no llevar su caso, así que me impliqué".

El abogado es uno de los artífices de que la nueva plaza de Raquel sea ya una realidad. "No ha sido fácil", reconoce, "ha sido una larga lucha en la que se han implicado muchas personas. Hemos tenido que llamar a muchas puertas, acudir a todas las administraciones públicas, estatales, autonómica, locales. Todas las personas con las que nos hemos entrevistado han mostrado su colaboración, pero poniendo también de manifiesto la dificultad para encontrar un centro que pudiera atender las muy especiales necesidades de Raquel, tanto para su cuidado como para potenciar su desarrollo físico y psicológico". Patiño agradece también la implicación personal de la ministra Redondo, "que ha sido decisiva para lograr encontrar un centro adecuado en el que ahora Raquel se encuentra bien y esperanzada".

 A la espera de dos fallos del TSJCyL y la Audiencia sobre dos sentencias

En las próximas semanas, quizá días, el Tribunal Superior fallará sobre los recursos de todas las partes a la sentencia de la Audiencia de León que absolvió a Pedro Muñoz de asesinato u homicidio en grado de tentativa y lo condenó por lesiones agravadas porque "se arrepintió" de intentar matar a Raquel Díaz.

La sesión para la deliberación, votación y fallo de los recursos se celebró el pasado de 18 de junio, por lo que cabe esperar que la decisión del tribunal ya no se demorará mucho más.

En el recurso de apelación que interpuso Patiño como acusación particular de Raquel, el letrado explica que el objetivo es que se condene a Pedro Muñoz por tentativa de asesinato en grado de tentativa como delito principal, y no por "lesiones agravadas". "La condena que solicitamos supone una pena de 14 años, 11 meses y 14 días por el delito de asesinato en grado de tentativa en concurso con un delito de lesiones agravadas", señala el abogado. La condena que impuso en enero la Audiencia de León al agresor de Raquel por el delito principal fue de 12 años, pero Patiño explica que "para Raquel es importante la condena por tentativa de asesinato porque sólo así se reflejaría la verdadera entidad de la brutal agresión, sólo así se compensaría el sufrimiento que padece".

"Si la sentencia especifica que me intentó matar, que se le castigue por ello", añade la propia Raquel, "o se puede decir después que se arrepintió de intentar matarme porque el delito ya estaba cometido, y él ni siquiera ha reconocido en ningún momento lo que me hizo, por lo que no entiendo que la sentencia lo beneficie por algo que no ha hecho nunca, arrepentirse". "Confío totalmente en la justicia, así que estamos deseando conocer el fallo del Tribunal Superior".

También está pendiente el fallo de la Audiencia Provincial de León sobre los recursos a la sentencia del juzgado de Ponferrada que condenó a Pedro Muñoz y sus dos hijos por un delito de insolvencia punible por alzamiento de bienes, por haber donado el 16 de junio de 2020 (apenas 21 días después de la agresión a Raquel en Toreno) todos sus bienes inmuebles a los dos hijos que tuvo en su anterior matrimonio, Ruth y Pedro Muñoz Botas.

Para intentar eludir el pago de la responsabilidad civil si resultaba condenado por intentar matar a Raquel, como así fue, Muñoz donó a sus dos hijos la vivienda de Toreno en que se produjo la agresión, una finca rústica en las proximidades, la casa de Santo Tomás de las Ollas (domicilio del matrimonio) y su plaza de garaje, a sus dos hijos.

La sentencia de 7 de junio de 2024 dictada por el Juzgado de lo Penal número 1 de Ponferrada ha sido recurrida por Pedro Muñoz, por sus hijos y también por Raquel. Las defensas solicitan la libre absolución, y la acusación particular de Raquel ha recurrido para evitar la aplicación de la atenuante analógica muy cualificada de reparación del daño, que determinó una condena a los tres de un año y tres meses y un día de prisión como autor responsable (Muñoz) y como cooperadores necesarios (los dos Muñoz Botas).

En el recurso de apelación de Raquel Díaz se vuelve a pedir al tribunal que se condene a padre e hijos a una pena de 3 años y 6 meses de prisión, por lo que también los hijos de Muñoz tendrían que entrar en prisión (Pedro Muñoz ya está cumpliendo condena por intentar matar a Raquel y haberle causado daños tan terribles. Tras su paso por la cárcel de Villahierro, en León, ahora está preso en Villabona, en Asturias).

Mientras llegan los fallos a los recursos, Raquel celebra haber conseguido, más de cuatro años después, una plaza en un centro adecuado "donde poder seguir con mi vida".

De la indemnización que debería pagarle Muñoz, más de 1,5 millones de euros, Raquel Díaz no verá ni un euro hasta que la condena a Muñoz no sea firme. "Mi agresor ya dejó claro en la vista oral de la Audiencia de León que recurrirá todo hasta llegar al Tribunal Supremo, aunque sólo sea para seguir haciéndome sufrir", se resigna Raquel, sabedora de que será complicado cobrar "al menos una parte de lo que me corresponde por haberme roto la vida" antes de ¿un año?.

El tortuoso camino que ha dejado Muñoz a Raquel desde el 27 de mayo de 2020 está lleno de baches, aunque ella confía. "Paciencia y confianza es mi lema", dice sonriente, "que todo llega, ya verás. Se trata de seguir adelante,  y en ello estoy gracias a tanto cariño como estoy recibiendo, aunque tantas veces haya sido tan difícil ver el final del túnel?.