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'Drag kings', el nuevo arte donde convertir la expresión masculina en cabaret

Dos de los 'reyes' más reconocidos en los espectáculos de transformismo LGTBI en España son Marcus Massalami y Faraonix

'Drag kings', el nuevo arte donde convertir la expresión masculina en cabaret
AGENCIA EFE
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Los shows de transformismo, en los que tradicionalmente solo tenían espacios las 'drag queens', van abriendo la puerta a los 'drag kings', personas que adoptan expresión estética masculina y llevan al escenario los códigos de 'macho' para convertirlos en sátira y cabaret.

Dos de los 'reyes' más reconocidos en los espectáculos de transformismo LGTBI en España son Marcus Massalami, tras el que se esconde Melisa Meseger, y Faraonix, el alterego 'drag' de Marta Arán, quienes han explicado a EFE cómo sus identidades sobre el escenario también les han permitido sentirse más a gusto con su propio "yo" sin maquillajes.

Marcus Massalami cuenta que llevaba toda la vida travistiéndose para el teatro, especialmente en las obras clásicas de autores como William Shakespeare, aunque fue al conocer la existencia de la escena 'drag king' en otros países cuando "su mente explotó" y sintió que había encontrado su camino.

La exactriz y enfermera se dice cómoda con la etiqueta "gender queer" que le permite "fluir" y evitar demasiadas etiquetas. Aunque eso no quita que su personaje 'drag' sea "muy macho", con su perilla, sus cejas tupidas y su tupé azul.

Sus inicios fueron "duros" a pesar de haber ganado un concurso de transformismo nada menos que en el barrio madrileño LGTBI de Chueca, porque el público no estaba acostumbrado a ver chicas "performando" como hombres.

Ahora dice que se siente "acogida" por la escena de transformismo en locales LGTBI y por las propias 'drag queens', si bien señala que hay hombres heterosexuales que, al ver su actuación, "no se sienten demasiado cómodos porque nunca antes nadie les había puesto un espejo delante de esa manera".

Además, en sus inicios no contaba con demasiados "referentes" para construir su personaje y "performar" una masculinidad en la que juega con ser "rudo" y se atreve a hacer de torero e incluso a imitar a David Bisbal.

"Es complejo ser 'drag king' porque tiene más que ver con posturas, actitudes e interpretación. Una 'drag queen' cuanto más se maquille y artificio más se puede acercar a los estereotipos femeninos. Pero lo nuestro es diferente", reflexiona.

Señala que por esto lo que más le interesa al final es "explorar todo el rango de la hipermasculinidad. Subirlo al escenario. Coger los estereotipos y jugar con ellos".

La "cuestión de género" también es algo que ha perseguido "toda la vida" a Marta Arán, dramaturga y actriz, convertida en Faraónix tras una pandemia de la COVID en la que, encerrada en casa, empezó a experimentar con los maquillajes y el vestuario masculino.

"Un día me vestí de hombre, me bebí un whisky y mirándome al espejo me di cuenta de la gran belleza que tenía como hombre", explica entre risas Faraónix.

Señala que se dio cuenta de lo "cómoda" que se sentía así, aunque precisamente eso en un primer momento le dio "miedo".

En un taller de 'drag kings' estudió como llevar sus movimientos corporales a lo masculino, lo que resume como "bloquear la cadera y los hombros", en primer lugar.

"Me di cuenta que los movimientos masculinos en realidad me habían salido siempre naturales desde la infancia, pero que de algún modo aprendí a performar como chica para ser aceptada socialmente. Hasta ahora", cuenta.

Su personaje bebe de Lola Flores, La Faraona, y le gusta tocar la castañuelas, aunque a ritmo de techno o, como matiza, "technocastañuelas".

Ahora vive toda una "experiencia liberadora" y reivindica con "orgullo" lo que llama "la pluma marimacho".

Coincide con Massalami en que "interpretar lo masculino" no es nada fácil, porque es "el kilómetro cero de nuestra sociedad", algo "muy interiorizado" que incluso hacen los niños y adolescentes para encajar. "Mucha gente en la calle, en ese sentido, es drag y no lo sabe", apunta.