La penitencia de más de 100 días sin Gobierno
Mientras Vox y PP trastocan por completo los procedimientos habituales para formar y presentar un Gobierno, la comunidad sigue sin Gobierno y no parece que lo pueda tener a corto plazo: la penitencia se puede estirar más allá de Semana Santa. La clave nacional que impera en el proceso nos están perjudicando.
Después de más de 100 días sin Gobierno en plenas funciones, nadie puede decir en qué punto del viaje se encuentra Castilla y León, si está ahora más cerca o más lejos de terminar el proceso para volver a tener un ejecutivo totalmente operativo. El plazo razonable expiró hace mucho, más todavía si tenemos en cuenta que las elecciones se convocaron en plena sexta ola y que las negociaciones entre Vox y PP se produzcan en plena crisis bélica, energética y de precios. Si hay un momento para acelerar, es este: esta semana tiene que ser que sí... porque el efecto de no haber cerrado este capítulo es nefasto.
Prolongar la espera no tiene justificación alguna y también se le están acabando las excusas a las dos partes implicadas. La celebración este fin de semana del congreso del PP para confirmar a Alberto Núñez Feijóo al frente era la última cábala imposible para explicar un retraso, el de la formación de Gobierno en Castilla y León, que es injustificable. La interpretación, que Abascal quiere un 'apretón de manos' con el nuevo líder 'popular', no puede ser más lamentable porque demuestra qué lugar ocupan los ciudadanos de la comunidad en el orden de prioridades de esta parte del futuro gobierno.
La clave, como parece, vuelve a ser nacional. Es el sino de este proceso en Castilla y León. Vernos en el centro del debate político arroja por ahora un saldo muy negativo, con unas elecciones anticipadas, una campaña muy alejada de lo que importa a los castellanos y leoneses y una formación de Gobierno que permanentemente mira, y no de reojo, a los intereses de partidos y líderes en Madrid.
Los intereses partidistas explican lo que ha ocurrido esta semana. Vox ha modificado a su antojo las reglas del juego y, con la anuencia aparente del PP, que no protesta como debería, ha cambiado todo el procedimiento de elección del nuevo Gobierno en favor de una puesta en escena que se entiende a la altura de su llegada por primera vez a labores ejecutivas. Aprovechando que tienen la presidencia de las Cortes, ya habían retrasado la fecha de la investidura sine die y a su antojo. Y ahora han dado otra vuelta de tuerca presentando a sus tres consejeros por libre, como si no tuvieran que ser nombrados por el presidente al que se niega a dar día para acceder al cargo. Lo hacen, dicen, para demostrar que sí tienen candidatos para ocupar sus cuadros.
Se supone que a partir de ahora queda menos, aunque no podemos asegurar cuánto: de hecho, si elegir tres consejeros y marcar sus competencias ha llevado tanto, ¿qué podemos esperar? Al menos es de suponer que Mañueco tendrá elegidos a los suyos y podrá aligerar el paso en cuanto Juan García-Gallardo de luz verde. Visto el calendario, va a ser difícil que Castilla y León tenga Gobierno antes de Semana Santa. El PP ya ha elegido a su nuevo líder y Abascal puede tener su deseada foto, pero en menos de siete días es Domingo de Ramos y esta semana ya hay procesiones, fechas complicadas que pueden alargar la presentación de Gobierno. Una penitencia que dura ya más de 100 días porque los intereses partidistas están muy por encima de instituciones y ciudadanos.
