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Cómodo en cualquier lugar


La respuesta directa es: se puede, es un hecho, y muchos lo han demostrado. Uno va descubriendo el significado de las cosas a medida que se va atreviendo a vivirlas. Para ello no tiene que hacer otra cosa que empezar a mirarlas desde otra perspectiva.

Sin duda, a medida que enfrentamos nuevos retos vamos perdiendo el miedo a seguir haciéndolo, y a medida que nos quedamos en casa atemorizados por la posible pérdida que acarree el nuevo reto vamos poniéndonos excusas, así funcionan las inercias cognitivas, rápidamente adaptables a lo que hagamos. Por lo tanto, la mejor manera de sentirse cómo estando en situaciones incómodas es vivirlas una y otra vez dándonos cuenta, como dice el psicólogo Rafael Santandreu, de que una vida altamente cómoda no es una vida feliz, y deja de lado muchas posibilidades solo con el fin de seguir haciendo lo mismo. 

Cada vez que sintamos la sensación de que es el momento de hacer un cambio no nos sentiremos bien, al contrario, la sensación será de nuevo altamente incómoda y a veces nauseabunda. El cerebro con todas nuestras creencias y principios está reaccionando para mandarnos un mensaje: o cambias, o sufres.

La exquisita sutilidad con la que nos llegan esos mensajes hace a veces que los confundamos con el simple hecho de que las cosas no van bien y no porque necesitemos buscar algo nuevo, sino porque lo interpretamos como una enfermedad, una caída emocional que produce un vacío en el que nos culpamos por algo que no entendemos. Rafael dice: "Con frecuencia nos resistimos a renunciar a lo que conocemos, y lo hacemos hasta niveles donde nuestra actitud nos está destrozando. La traición, la puñalada, la vejación, todas esas cosas que nos decimos cuando las cosas ya no nos agradan están solo en nuestra mente neurótica y las exageramos hasta el punto de crearnos a nosotros mismos un trauma".

Me he preguntado muchas veces si de todas las situaciones que me dejaron sin aliento y en las que no pude hacer las cosas como yo las quería, hubiesen existido algunas en las que de verdad se me escapaba mi propio futuro de las manos y lo grave que podría ser, dado lo mucho que he llegado a sufrir de forma innecesaria por ello. Me he hecho esa pregunta recordando algunos de esos momentos y he llegado a la misma conclusión que Steven Seagal en una de sus películas: "Pensar en la muerte, es peor que la propia muerte".

La reputación propia se ve más dañada por no intentar que por fracasar, porque sucumbir al miedo es extremadamente doloroso. La regla de los dos segundos de Roger Penrose, la de los tres segundos de Erik Von Markovich, la de los cinco segundos de Mel Robins, todas estas teorías que han copado libros de éxito están encaminadas al mismo resultado, no darle a la mente la posibilidad de pensarse demasiado lo que uno ya sabe que quiere hacer, o esa misma mente se llenará de dudas y lloverán las razones para no exponerse al peligro.

Un rasgo paradójico es el de la persona que quiere a toda costa hacer amigos y tener pareja pero cuando habla con otras personas se bloquea y se queda callado, para después en casa echarse la culpa de su torpeza y criticarse porque si sigue así jamás conocerá a nadie. Lo primero que hay que saber es que la gente juzga por lo general mucho menos de lo que parece, y además suele estar encantada de que alguien nuevo e interesante se le acerque. Lo segundo es que es imposible caer bien a todo el mundo y ser infalible en todas las situaciones. Hasta los genios fracasan y no por ello dedican sus esfuerzos a otros campos, siguen con lo que quieren porque les gusta y no renuncian hasta encontrar una solución.

Igualmente tú, deberías insistir en hacer aquello que sabes que quieres y no abandonarlo por la ansiedad que te genera enfrentarte a algo nuevo. Piensa que cada vez que le dices a tu cerebro que de allí no te vas a mover hasta que tú lo quieras (por muchos nervios que te entren), lo que estás haciendo en realidad es programarle para que la próxima vez se adapte mejor a una situación que has decidido dominar. No hay por ahora truco o ciencia médica capaz de suplir el dominio de los malos escenarios sin tener que enfrentarse a ellos. Así que no seas cobarde, arriésgalo todo por lo que quieres conseguir y si no sale al menos sabrás que lo diste todo, y de eso sí que tienes que sentirte orgulloso.