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Clásico

De cero a líder


"Yo soy el jefe, yo estoy a cargo", es uno de los planteamientos más usuales en quienes ven el liderazgo como un mandato y no como una experiencia, una conexión entre la persona y cuanto le rodea.

    Todo y todos en nuestras vidas podemos mejorar, siempre existe la posibilidad de ver la oportunidad, dirigirnos hacia ella y actuar, pero el mayor detrimento para el éxito en lo que hagamos está en que si no hemos hecho algo por aumentar nuestras capacidades y permanecemos con lo que somos y con lo que sabemos, no estaremos en una buena posición para producir y perseguir oportunidades. Lo queramos o no, si no mejoramos nosotros por dentro las cosas tampoco mejorarán por fuera.

    Tenemos que estar tan dispuestos a prepararnos para mejorar como lo estamos de soñar. ¿Hacia dónde va alguien que sueña con algo para lo que nunca desarrolla las herramientas que necesita? A la frustración. Sueña, inicia, comienza a caminar y se para. No sabe hacia dónde dirigirse porque se ha fijado más en su camino y su meta que en sí mismo. Estoy seguro de que todos vamos a fallar en algo, muchas veces no conseguiremos lo que nos proponemos y nos sentiremos mal por ello, es normal que eso nos pase, lo que no resulta lógico es que pensemos que las circustancias tienen más fuerza que nosotros y no nos reconozcamos como parte del premio.

    Las metas o más aún los resultados son lo más querido y perseguido, más que considerar nuestra mejora como parte del premio, es por eso que los fracasos duelen tanto. Si la vida de un líder comienza consigo mismo es demasidado normal ver a personas ostentar cargos que les producen más jaqueca que diversión. Trabajar duro es todavía más duro si las personas a nuestro alrededor no nos perciben como parte de su vida, y es por esta razón que los rechazos duelen.

    Liderar es satisfactorio, anque solo sea para uno mismo. Ver cómo nos involucramos en proyectos, nos transformamos para alcanzarlos y ayudamos a otros a hacer lo mismo reporta tal nivel de satisfacción que puede volverse una adicción. Ser amables es sin duda una de las mejores formas de comenzar a sentirse bien, y en términos de liderazgo en cuanto hacemos que alguien mejore en cualquier aspecto lo que hacemos es ser amables, no complacientes. La amabilidad es uno de los mejores recursos de que disponemos porque es fundamental a la hora de desarrollar relaciones con los demás. Una preocupación sincera por alguien, interesada, creas mejores resultados que dar cualquier tipo de orden y esperar que la gente dé lo mejor de sí misma.

    El gimnasta Dan Millman escribió: "El secreto del cambio está no en pelear contra lo viejo, sino enfocarse en desarrollar lo nuevo". A esto me refiero con "De cero a líder", a que las personas no podemos esperar grandes cambios con los bagages antiguos sobre la vida o el trabajo, necesitamos entender cómo todo es cuestión de "dentro a fuera", de juego interno más que de externo. Si nos empeñamos en que cambien antes las personas o las circunstancias que nosotros mismos no estaremos sino reforzando debilidades de las cuales podemos no ser conscientes. Un líder fuerte es fuerte por quién es él, y no porque los vientos soplen a su favor.

    ¿Qué puedo hacer para volverme mejor? Fácil, concentrarme en mis fortalezas y desarrollarlas hasta volverlas imparables. Pero para eso hay que conocerlas. Si preguntásemos a las personas de las que nos rodeamos a diario cuáles son sus puntos fuertes seguro que muchos contestarían con titubeos, conscientes tan solo de algunos de ellos y sin conocer toda su proporción. Y sin embargo la mayoría respondería con mayor seguridad sobre sus debilidades, ¿por qué?, porque es a menudo en lo que nos fijamos, y por eso las conocemos más. No es posible mejorarse a uno mismo si uno solo conoce aquello en lo que flojea, y no en lo que sobresale.

   Como dijo Steve Jobs, lo mejor que alguien puede hacer por sí mismo y por los demás es conectar los puntos de su vida. Conocerlos, concretarlos y mejorarlos hará que todo cobre sentido para nosotros aunque al principio suponga una especie de desorden. Así es el crecimiento, así es el liderazgo. Uno solo comienza a mejorar, a cambiar aspectos de su vida que no le gustan y a potenciar aún más los que sí, hasta que todo forma parte de un proceso en el que nosotros somos la respuesta que tanto buscábamos. ¿Recuerdas cuál era? era esta: ¿cómo puedo mejorarme y liderar mi propia vida? Ahora ya tienes la respuesta.