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Clásico

De mal gusto

Por Miguel Ángel Fernández.

¿Las colaboraciones de moda han perdido su valor?


Hace como unos mil años, por allá en 2018, vivimos el 'boom' de las colaboraciones entre marcas de la industria de la moda, en el que principalmente grandes firmas de lujo se unían con otras del mismo rango o, incluso, de street-wear para ofrecer productos, extremadamente, exclusivos en una especie de aparición estelar que te hacían desearlos irremediablemente.

Se trataba de algo único, piezas muy especiales y que era, por definición, muy puntual en la historia de esas firmas.

El problema es que esta burbuja ha ido creciendo hasta llegar al punto en el que ahora nos encontramos. En 2024, vemos una colaboración, prácticamente, cada semana. De esta forma se pierde así ese valor originario que era abrirse a nuevos públicos, creando algo diferente y aportando la esencia de cada firma convirtiéndolo en un elemento súper especial.

Estamos ante un momento en el que las marcas cogen el producto de la firma A y la unen a otra firma incluyéndole en un tamaño muy excesivo el logo de la firma B, pensando que así nos están dando piezas de calidad que nos entran por los ojos. Cuando, verdaderamente, están consiguiendo todo lo contrario.

Se me ocurren infinidad de casas de moda que han hecho estas barbaridades estéticas sin valor alguno. Cuando se juntan dos casas que jamás te imaginarías colaborando, es súper divertido. Pero, estamos ante un punto en el que se ha convertido en, incluso, estúpido.

La última ocurrencia ha sido una colaboración entre Rayban e Yves Saint Laurent que me produce muchísimos sentimientos encontrados. Se trata de una colaboración, en cierto modo, muy acertada porque el diseño de las míticas gafas de sol de la marca encaja a la perfección con esa sofisticada versatilidad de la casa de lujo francesa, especialmente, por sus tonos negros tan identificativos.

Pero, por otro lado, el resultado no deja de ser exactamente lo que ya conocemos. La misma gafa sin ninguna variación del diseño, sin ningún aporte especial por parte de la unión con la firma de lujo, sin materiales llamativos  o algo que justifique el cambio de precio de los 100 euros originarios a unos excesivos 395 euros actuales.

Mi conclusión es que ya que a las firmas se les ha ido completamente de las manos lo de las colaboraciones, hasta que vuelva a ponerse todo en orden, debemos ser nosotros quienes tengamos cada vez más criterio. Regulemos este mercado. Hay que saber elegir. No todo vale.