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Clásico

De mal gusto

Por Miguel Ángel Fernández.

Ella es todo, él solo Ken


Hace unos días estaba en la playa de el Puerto de Santa María y, a pocos metros de mi toalla, se bañaba una pareja con prendas a juego. Ella un bikini y él un bañador del mismo estampado gris. Por un momento, quise pensar que eran mellizos y que su madre todavía les vestía pero un beso en la boca entre ambos se resolvió la duda.

En contraposición, la semana pasada se hicieron supervirales en redes unas imágenes donde se veía a Justin y a Haley Biber acudir a un evento con dos atuendos completamente dispares y que poco tenían que ver entre sí. La modelo presentaba una nueva cápsula de su marca de cosméticos y se ve que a su pareja le daba pereza arreglarse para el evento.

Deberíamos tener un término medio entre creernos que somos los Beckham y conjuntar nuestros outfits hasta para ir al gimnasio y el mostrar que no ha habido ni un poco de consenso antes de salir por la puerta de casa.

No tenemos que parecer una pareja de superhéroes de dibujos animados, vistiendo de los mismos colores pero, aunque solo sea por respeto, debemos ponernos de acuerdo con nuestras parejas para llevar el mismo código de vestimenta.

Puedes tener una forma muy diferente de vestir a tu novia, pero eso no te da derecho a ir en chándal a un momento importante de su vida laboral.

Tiene que ser frustrante ver cómo tú te esfuerzas en estar espléndida y tu pareja ni si quiera se lava el pelo ese día. No sé si tildarlo de machismo o si destacar lo muchísimo que se les exige a las mujeres con su apariencia y lo poquito con lo que vemos guapos a los hombres.

Pero no se trata solo de Haley y de Justin, son muchas las parejas descompensadas. De hecho, seguramente alguien que esté leyendo esto se sienta identificado con el enfado general de muchas chicas con sus novios.

Este podría ser uno de los pocos puntos en común que tenemos los mortales con las estrellas de Hollywood: esa discusión antes de salir de casa que comienza con un "¿de verdad vas a ir así vestido?".

Hagamos un poco de reflexión y démosle a nuestro compañero de vida unos mínimos. Si ella da el 100%, no des tú el 0%. Haz el favor y quítate esa gorra y esas deportivas, estás al lado de una diosa.

Y si no lo haces, no te quejes después de eslóganes como ese de "She is everything. He's just Ken".