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Los lunes al sol

Por El Viudo

Cenar con un imbécil


Humildemente creo que la R.A.E no acierta con la definición en este caso, cuando solo dice que se trata de un tonto o falto de inteligencia y añade que es un insulto. A lo largo de nuestra vida y por diferentes motivos: familiares, de trabajo, reuniones de amigos, compromisos sociales, todos hemos compartido en alguna ocasión mesa y mantel con personajes que nos incomodan o nos causan cierto recelo.

Suelen venir avalados por un cierto prestigio, consideración o fama. La mayoría de ellos ha hecho algo significativo o de relevancia en su vida, por lo que las expectativas que te crea el comensal hace que después de los postres te sientas algo defraudado o aturdido. Esos personajes saben que es lo mismo el número de comensales que haya en la mesa, sean cuatro o dieciocho, son los protagonistas y sobre sus logros, premios, experiencia o planes de futuro va a girar la reunión.

Muy probablemente algún camarero les pedirá una foto de móvil, casi seguro en otras mesas se girarán para estar pendientes de las acciones de la estrella invitada hoy en el restaurante. Son conscientes de su atractivo, de su poder de seducción y lo explotan al máximo. He comprobado con mis ojos que a la mayoría de las mujeres que compartían mesa las importaba un rábano si la ensaladilla era casera, si el rape tenía los ojos azules o era congelado o si a su lado estaba su marido, su madre o su cuñado.

Lo importante es que compartían mesa con la persona que días antes habían visto en las fotos de las revistas, le habían escuchado en la radio o dando un mitin en una plaza a través del televisor o toreando en Las Ventas. Políticos, actores, deportistas, cantantes saben que hay un momento en su vida que son el centro de admiración y devoción y lo tienen que aprovechar.

El problema no lo tienen ellos, cada uno opta en esta vida por como quiera llevar la popularidad, el verdadero problema es de los comensales que no escuchan lo que dice el hombre que lleva acaparando toda la cena con sus actividades realizadas y planes de futuro. Y no escuchan, ya que les da igual si lo que dice está bien, mal o regular. Si es verdadero o inventado, si nos ayudará a tener mejor vida o es malo para nuestra sociedad.

Lo verdaderamente importante es que compartes mesa con un seductor, que ha escrito un best seller, que ha marcado el gol de la victoria de tu equipo o que cada noche a las nueve y media presenta un programa en televisión o que ha tenido cuatro millones de votos. "Mira Viudo, yo debo de ser muy rara, pero después de dos horas en la misma mesa, y viendo como mis compañeras se derretían por sus consideraciones, explicaciones y maneras de contar sus cosas, te puedo decir en mi opinión, que con Albert Rivera, he sentido la sensación de CENAR CON UN IMBÉCIL".