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Clásico

Cuaderno de bitácora

Por Sonsoles Sánchez-Reyes Peñamaria

Cuando Harry Potter y Beatrix Potter se encontraron en Gloucester


Los dos Potter más célebres de la localidad de Gloucester, en el sudeste de Inglaterra, no solo comparten apellido. Ambos saben lo que duele encajar un rechazo editorial para una obra literaria innovadora y genial, recomponerse y seguir adelante hasta lograr el éxito. Y los miles de visitantes que llegan actualmente a la ciudad atraídos por la pottermanía -ya sea una o la otra- son una señal inequívoca para refrendar que, a pesar de sus frustrantes comienzos, los dos Potter, Harry y Beatrix, triunfaron.

Cuando Joanne Kathleen (JK) Rowling vio finalmente cómo su novela Harry Potter y la piedra filosofal era publicada el 30 de junio de 1997 por Bloomsbury en Londres, acumulaba las negativas previas de otras 12 editoriales. La primera impresión de esa edición princeps solo alcanzaba los 500 ejemplares. Hoy, se calcula que el libro ha superado ampliamente los 120 millones de copias vendidas en el mundo, traducido a más de 80 lenguas. A partir de ese hito, la serie de Harry Potter, prolongada en siete títulos, conocería las mieles de un triunfo incontestable, convirtiendo a Rowling en multimillonaria y al atuendo Potter en todo un clásico.

JK Rowling nació en Gloucestershire y no es de extrañar que la zona aparezca en su obra. Junto a sus padres, Peter y Anne, y su hermana Dianne, habitó desde los 9 hasta los 18 años, cuando marchó a estudiar a la Universidad de Exeter, una casa unifamiliar de piedra en Tutshill, en el área del Bosque de Dean, llamada Church Cottage, vivienda que en la actualidad le pertenece. Dejó allí en su día, en el marco de una ventana, una inscripción indultada por el siguiente propietario: "Joanne Rowling durmió aquí alrededor de 1982". En ese momento, su madre ya había comenzado a desarrollar esclerosis múltiple, una enfermedad que le causaría la muerte una década después, en 1990, con 45 años.

Estas vivencias y sus lugares asociados proporcionaron a Rowling abundante inspiración para las historias de Harry Potter, comenzando por la orfandad del protagonista. Los antepasados ????de Harry eran originarios de Gloucestershire: desciende del mago del siglo XII Linfred de Stinchcombe, cerca de la ciudad de Dursley, topónimo que la escritora usó como apellido para los tíos de Harry Potter.

Con toda probabilidad, personajes como Severus Snape y Ron Weasley están basados ??en maestros y amigos de la escuela Wyedean en Sedbury, de la que la narradora fue alumna -desde 2006 la biblioteca lleva su nombre- y en la que trabajaba su madre. Rowling, que se crió en el pueblo de Tutshill, bautizó a un equipo de Quidditch en su honor como Tutshill Tornados. Church Cottage cuenta con un armario debajo de las escaleras, similar al que sus tíos asignaban como dormitorio a Harry Potter, y una trampilla da a un sótano que recuerda al de Hogwarts, custodiado por el perro de tres cabezas, donde Harry busca la piedra filosofal en la primera novela. Potter acampa en el Bosque de Dean, y precisamente allí encuentra la espada de Godric Gryffindor en el último libro de la serie, Harry Potter y las reliquias de la muerte. 

Y el maravilloso claustro del siglo XIV de la Catedral de Gloucester, famoso por su espectacular bóveda de abanico, se transformó en escenario para diversos interiores del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería en las películas de la saga Harry Potter y la piedra filosofal (2001), Harry Potter y la cámara secreta (2002) y Harry Potter y el misterio del príncipe (2009). El característico lavatorio del pasillo norte del claustro, cercano al refectorio para que los monjes pudieran lavarse las manos antes de comer, fue donde se grabó la escena en la que Harry y Ron se esconden del troll en el primer film. El centenar de lápidas en el suelo del claustro fueron disimuladas durante el rodaje cubriéndolas con tela asfáltica, pintada y barnizada para igualarse con las restantes losas de piedra. Muchos extras que dieron vida a estudiantes de Hogwarts eran alumnos de entre 10 y 13 años del cercano King's School.

La Catedral de Gloucester no podía pasar desapercibida a una mente tan imaginativa como la de Rowling, por su belleza y singularidad impactantes y por su exuberancia de detalles curiosos e historias deslumbrantes. Tras la conquista normanda fue una abadía, que en 1089 creció bajo supervisión del monje Serlo; cuando Enrique VIII se separó de Roma en el siglo XVI, se convirtió en catedral. Fue el lugar elegido en 1216 para la coronación de Enrique III con 9 años, el último monarca inglés en vivir esta ceremonia fuera de Westminster Abbey. Y alberga el precioso sepulcro del rey Eduardo II, asesinado en el castillo de Berkeley en 1327, poco después de haber sido depuesto del trono.

La Gran Ventana Este, del tamaño de una cancha de tenis, en el momento de su instalación hacia 1350 era la más grande del mundo. Una vidriera contemporánea refleja una actividad extraordinariamente parecida al golf, y una especie de fútbol medieval está tallado en el coro. Por la escalera de caracol en el crucero norte se asciende a la Galería de la Tribuna, un espacio al que está conectada la insólita Galería de los Susurros, que permite escuchar con nitidez el más mínimo bisbiseo pronunciado desde el lado opuesto a donde se está.

La nave de la Catedral de Gloucester cuenta desde 1825 con una estatua de mármol del escultor Robert William Sievier, muy inusual para un lugar de índole religiosa: representa a Edward Jenner, el médico nacido en Gloucestershire a quien debemos la primera vacunación del mundo. 

Por si todo esto fuera poco, a escasos metros de distancia del templo se encuentra la Casa del Sastre de Gloucester, un museo-tienda basado en el famoso cuento de Beatrix Potter. El número 9 de College Court, junto a la antigua St Michael's Gate, fue el edificio que la creadora eligió para ambientar su historia sobre el sastre local John Pritchard.

Helen Beatrix Potter (aunque gustaba de ser llamada Beatrix, por ser menos común y para diferenciarse de su madre, Helen) había nacido en 1866, prácticamente cien años antes que JK Rowling, de una familia londinense tan adinerada que podía vivir de las rentas. Fue autodidacta. Ella y su hermano pequeño tenían animalillos como conejos, ratones, pájaros, patos... que Beatrix dibujaba alcanzando enorme perfección. Así creó uno de los personajes más famosos de la literatura infantil, Peter Rabbit (en español, Perico el Conejo), protagonista de una serie de cuentos ilustrados que, más de un siglo después, sobrepasan los 2 millones de ventas anuales en todo el mundo, a pesar de que ninguna editorial quiso publicar el primer relato y Beatrix debió recurrir a la autoedición en una minúscula tirada de 250 ejemplares.

Se agotaron tan rápidamente que acabaron por interesar a una editorial de tres hermanos, siendo el más inexperto, Norman Warne, quien se encargó de la edición. The Tale of Peter Rabbit fue recibido con formidable entusiasmo lector desde su aparición en 1902, con seis reimpresiones solo el primer año, y lo mismo la veintena de títulos que seguirían. Potter fue la primera en patentar sus personajes para productos de merchandising que multiplicaron sus beneficios.

Beatrix inició una relación con Norman Warne, no aprobada por su familia por no ser de su nivel social, pero él murió de leucemia un mes después de comprometerse. Destrozada, optó por cambiar de rumbo, y compró granjas en el Distrito de los Lagos, a las que se dedicó de manera absorbente hasta abandonar por completo la escritura, a lo que también contribuyeron sus importantes problemas de visión. Con 47 años se casó con el abogado William Heelis, matrimonio que solo truncó la muerte de ella, en 1943. Su último libro se había publicado 13 años antes. Sin hijos, dejó al National Trust la mayor parte de sus extensas propiedades, que proporcionaron la base para la creación del Parque Nacional del Distrito de los Lagos: 4.000 acres de tierra, granjas, cabañas y ovejas. El resto lo heredó su marido, que la sobrevivió solo un bienio.

Casi cien años antes de la publicación de Harry Potter y la piedra filosofal, en mayo de 1894, cuando Beatrix Potter visitaba a su prima, Caroline Hutton, en su casa de Harescombe Grange, a cinco millas al sur de Gloucester, Caroline le relató la peculiar historia del sastre local, John Pritchard, que había cerrado su taller un viernes por la tarde, dejando un chaleco cortado pero sin coser, y que el lunes por la mañana, al abrir su establecimiento, descubrió para su perplejidad que el chaleco estaba cosido, salvo un ojal en el que había prendida una pequeña nota que decía: "no más giros". Pritchard quedó convencido de que el trabajo había sido realizado por las hadas durante la noche. Beatrix, seducida por la anécdota, pidió a su prima que la llevase a Gloucester al día siguiente a ver la sastrería, que se encontraba en el 45 de Westgate Street. Durante su visita, Beatrix dibujó algunos edificios de Gloucester, entre ellos el 9 de College Court.

Beatrix Potter no escribiría la historia hasta varios años después, como regalo de Navidad en 1901 para la hija de una de sus tutoras, Freda Moore, con esta dedicatoria: "Como te gustan los cuentos de hadas y has estado enferma, te he escrito una historia nueva que nadie ha leído antes. Y lo más extraño de esto es que lo escuché en Gloucestershire y que es cierto, al menos lo del sastre, el chaleco y el ¡No más giros!". Beatrix reelaboró ??la historia en la edición que Frederick Warne publicó en octubre de 1903.

La Casa del Sastre de Gloucester, un edificio de 1535, estaba en una calle que transcurría a lo largo del muro del recinto de la catedral. Desde 1930 albergó diferentes negocios. Durante aquella visita de Beatrix a Gloucester, era la sede de la Broadway Oyster Company. En 1978, fue comprada por Frederick Warne and Co. Ltd. Utilizando como modelo las ilustraciones que Beatrix Potter hizo para el cuento, Warne remodeló la fachada y el interior, incluyendo la cocina, la chimenea, el reloj, paredes y vitrinas llenas de recuerdos de Beatrix Potter y un autómata en el que los ratones trabajan en el chaleco.

Desde muy joven, Beatrix Potter sintió fascinación por el mundo natural y se convirtió en una autoridad en micología, realizando descubrimientos que compendió en su artículo "Sobre la germinación de las esporas de Agaricineae", al que dedicó un considerable esfuerzo. Como por entonces las mujeres no tenían acceso como miembros de la prestigiosa Sociedad Linneana, fue leído allí el 1 de abril de 1897 en nombre de Helen B. Potter por el naturalista George Massee, sin conseguir suficiente respaldo de los científicos de la institución, que le pidieron "más trabajo" antes de imprimirlo, por lo que siete días después Potter retiró su contribución.

En 1997, el mismo año en que JK Rowling publicaba el primer volumen de la saga Harry Potter, la Sociedad Linneana emitió una disculpa lamentando que, justo cien años atrás, había mostrado una actitud despectiva ante la investigación de Beatrix Potter.

La excusa no tenía más camino que dirigirse al público en general, pues no quedó ni descendencia, ni siquiera una tumba a la que ir a llorar a la autora: dispuso ser incinerada y que el pastor Tom Storey esparciera sus cenizas en un lugar secreto del Distrito de los Lagos. Storey moriría sin revelarlo. Y el artículo, tras el repudio, se perdió, siendo irrecuperable. Afortunadamente, se conservan numerosos dibujos de hongos y setas trazados por Potter en el Museo y Biblioteca Armitt en Ambleside, Cumbria, y en la Biblioteca del Museo Victoria y Alberto en Londres. 

En 2010, cuando JK Rowling alcanzó la edad a la que murió su madre, donó 10 millones de libras esterlinas a la Universidad de Edimburgo para fundar una clínica para enfermedades neurológicas con el nombre de su progenitora. El destino de la ficción y la ciencia es estar siempre llamadas a entenderse.

Fotografías: Gabriela Torregrosa