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Por Emilio Rodríguez García

Sócrates y la inteligencia artificial


Al más puro estilo de telenovela del sábado tarde, la semana pasada trascendió el despido de Sam Altman, CEO de Open IA, la empresa que ha revolucionado la inteligencia artificial.

En los mentideros digitales se especula con todo, aunque la hipótesis más extendida es que Sam era partidario de ir más despacio en el desarrollo de la IA, entendiendo bien lo que se está haciendo y asegurando un enfoque ético. Los consejeros, más interesados en los ingresos a corto plazo, no compartían esa visión y lo han cesado.

Sócrates, uno de los filósofos más importantes de la historia, creía que la sabiduría no se adquiere memorizando información, sino a través del análisis y la comprensión de nuestros propios pensamientos y creencias. Para él, la verdadera sabiduría implicaba la capacidad de pensar críticamente y de entender el significado de las cosas.

Lanzar una herramienta de IA a millones de personas sin gestionar adecuadamente su uso o implicaciones, puede generar graves problemas a las generaciones futuras.

Los algoritmos de IA Generativa, por ejemplo, están programados para responder siempre a las preguntas, incluso cuando no tienen la información necesaria para hacerlo. Esto puede llevar a la difusión de información errónea o engañosa, ya que los usuarios pueden creer que la IA sabe lo que está diciendo cuando, en realidad, solo está dando una respuesta aproximada. Esto debería tener implicaciones importantes para el desarrollo y uso ético de la inteligencia artificial (IA).

Sócrates también creía que la verdad era relativa y que podía variar según el contexto y la perspectiva individual. ¡Qué gran verdad!. Los algoritmos de IA, a menudo se presentan como si tuvieran una comprensión completa de la realidad, cuando, en realidad, sólo están operando con la información que se les ha proporcionado.

Si estos desarrollos no cuentan con un frente común en cuanto a la ética y a la información con la que trabajan, serán los usuarios finales que interactúan con estas plataformas quienes deben ser conscientes de sus limitaciones y utilizar la tecnología de manera adecuada. Sócrates creía que la verdadera sabiduría implicaba la responsabilidad. En este escenario, significa ser críticos con la información que recibimos de la IA y estar dispuestos a cuestionarla.

Nuestra sociedad está a punto de cambiar el enfoque de cómo buscamos información. En los últimos 20 años, Google ha dominado el mercado de las búsquedas con una cuota de más del 90% del mercado. De cada 100 búsquedas en el mundo, 90 se realizaban en Google.

Pero la amenaza de los chatbots basados en inteligencia artificial, se cierne sobre la tecnológica americana. Google está perdiendo tráfico en su buscador (-2.800 millones de búsquedas frente al año pasado), y los chatbots lideran el crecimiento.

La gente pregunta a los bots de IA por la información, en lugar de navegar a través de los (cada vez más) obsoletos buscadores.

No obstante, aún estamos lejos del sorpasso. El tráfico de ChatGPT, el chatbot más usado en estos momentos, representa sólo el 2% del tráfico web de búsquedas Google.

¿De verdad es necesario aplicar la ética al desarrollo tecnológico?

La IA está cambiando enfoques como el acceso y consumo de información. Si no lo hacemos adecuadamente, corremos el riesgo de crear generaciones de personas sin capacidad crítica o mal informados. Lo que comúnmente denominamos 'borregos'.

A mayores, al igual que pasó con Bitcoin, la gestión adecuada de los centros de desarrollo de IA ha disparado el consumo de agua para poder mantenerlos refrigerados. Esta situación escalada sin control podría suponer un grave problema medioambiental.

Por dejaros algunos números de los grandes gigantes tecnológicos:

  • En 2022, Google ha incrementado un 20% su consumo de agua.
  • Microsoft, en el mismo año, un 34% más de consumo.
  • Amazon no da datos del consumo en su informe de sostenibilidad, pero hace referencias a su compromiso por ser "agua positiva".

Es análogo a lo que ocurre con el coche eléctrico. Si de un año para otro, millones de ciudadanos adquieren coches eléctricos, el consumo de electricidad se dispararía en todas las centrales y subestaciones, haciendo que las instalaciones tengan que reforzarse. Con la IA ha ocurrido lo mismo; sumando los tres principales actores (ChatGPT, Bard, y BingChat) llegamos a casi 100 millones de usuarios haciendo uso de sus sistemas, por lo que el desarrollo de macrocentros (compuestos por más de 5.000 ordenadores) se ha disparado y con ello, el agua necesario para mantenerlos refrigerados.

Todos nos tenemos que adaptar a esta nueva situación. De mi lado, he creado una guía para gestionar el impacto de la IA en el SEO y poder adecuar mi trabajo a esta nueva situación. Tenemos que estar preparados para lo que se viene. Como decía Sócrates, la verdadera sabiduría implicaba la capacidad de pensar críticamente y de entender el significado de las cosas.