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Por Emilio Rodríguez García

El bulo del coche eléctrico


No amigos, Elon Musk no ha sido el primer directivo en poner en marcha el coche eléctrico.

El primer automóvil eléctrico fue construido alrededor de 1837 por el ingeniero escocés Robert Anderson. En la década de 1880 se produjeron los primeros vehículos eléctricos comerciales, como el "La Jamais Contente" de 1899, que se convirtió en el primero en superar los 100 km/h o el 'Electrobat' de 1898 que ostenta el título de ser el primer eléctrico fabricado en serie.

Quizá el caso más curioso fue el del EV1 de General Motors, producido entre 1996 y 1999. Como un programa piloto, los clientes sólo podían alquilar el coche, es decir, no se convertían en propietarios y en 2003 todos fueron devueltos a la fábrica y despiezados (algunos aún sobreviven como soldados de fortuna en algún museo).

Vamos, que la historia del coche eléctrico siempre ha estado ligada al sector, la cuestión es ¿por qué nunca se ha potenciado? Ahora nos lo venden como verde y lo ligan a un cambio de tendencia por el medio ambiente, pero parece que nunca ha interesado potenciarlo. Intereses económicos, imagino.

¿Por qué no quiero un coche eléctrico?

Lo primero que miro a la hora de adquirir un coche es su precio, y los eléctricos están bastante por encima de los gasolina o diésel. Es, lógicamente, un factor económico en su contra.

 

 

Considero el coche un lujo y por lo tanto un gasto superfluo; por ello intento gastarme lo mínimo indispensable. El sobrecoste de un eléctrico, ponderando los kilómetros que le hago, no me sale a cuentas.

El segundo, es un factor de funcionalidad. Si hago 4 ó 5 viajes largos al año, quiero montarme y llegar a mi destino sin necesidad de tener el culo apretado por si me quedo sin batería o tener que gestionar sobre la marcha dónde y durante cuánto tiempo tendré que parar a repostar. Y no quiero mencionar óómo vuela la bater´´ia si pasas en pleno agosto por Sevilla a 45 grados con el aire acondicionado a tope. Me quedo con la tranquilidad y fiabilidad que ofrece un vehículo de combustión.

 

 

Eso sí, entiendo que existe un público objetivo en las ciudades (muchos recorridos cortos entre semana y con cargador en casa o en el trabajo) a los que sí les compensa. Desde luego no es mi caso ya que teletrabajo desde hace unos años

Por último, está el hecho de que las baterías actuales tienen bastante limitaciones y se estima que su vida útil puede oscilar entre los 8 y los 15 años, dependiendo de la calidad de la misma y del cuidado que se le dé. Desde luego no es lo mismo un motor de combustión con 20 años y 100.000 kilómetros que una batería con las mismas características. No todo envejece igual.

Lo normal es que una batería aguante en condiciones óptimas como mínimo ocho años o 150.000 kilómetros, lo que viene a ser cerca de 3.000 ciclos de carga. A partir de ese momento, su capacidad de carga puede comenzar a fallar y cuando esté por debajo del 20% toca pasar por el taller para cambiarla. Dependiendo del modelo y lo que haya que cambiar hablamos de una horquilla de entre 3.000 euros  y 8.000 euros. 

Tanto el precio, la autonomía y la calidad de las baterías de los eléctricos son aspectos que con el tiempo mejorarán y, llegado ese momento, sí podría suponer un cambio en mi decisión de compra. De momento, lo veo demasiado verde (guiño, guiño).

Noruega, el paraíso del eléctrico? o no

Confieso que desde el primer momento me impactó que Noruega, un país con unas temperaturas tan bajas (algo que afecta negativamente a las baterías de los coches eléctricos) tuviera una aceptación tan grande por el vehículo eléctrico. Luego me enteré que los coches cero emisiones estaban exentos de pagar el 25% de IVA así como alguna otra ventaja fiscal.

¿Qué ha pasado en enero de 2023 cuando se han terminado las ventajas fiscales sobre estos vehículos? su venta ha caído un 76% con respecto a enero de 2022. Parece que los noruegos sólo dan el salto al mundo eléctrico si encuentran facilidades y menos impuestos; si se igualan las condiciones, la conciencia verde desaparece.

Otros países europeos también han implementado políticas para fomentar la adopción de vehículos eléctricos, como incentivos fiscales y financieros, la construcción de infraestructuras de carga o restricciones de tráfico para vehículos con motores de combustión interna. Además de Noruega, líder indiscutible hasta el año pasado, tenemos Islandia y los Países Bajos.

¿Y en España?

Pues como la pela es la pela, y el gobierno no está dispuesto a perder recaudación a través de los impuestos, pocos incentivos tenemos. Si queremos un eléctrico, hay que pasar por caja y, en general, con más dinero que por uno de combustión (como comenté al principio).

El año pasado había unos 70.000 eléctricos matriculados, algo menos del 3% del total de vehículos. Eso sí, también hay un rayo verde de esperanza dado que el gobierno español está invirtiendo en los motores hipersónicos de hidrógeno de la empresa europea Destinus.

Hace unas semanas presentaron su segundo prototipo y esperan tener el de hidrógeno funcionando en 2025. Su objetivo es velocidad Mach 5, para llegar de Europa a Australia en 4 horas. Veo complicado que el hidrógeno sea a corto plazo un competidor del eléctrico, pero lo mismo nos sorprende.