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Con zuecos y pijama

Por Marcos Pastor Galán

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La expresión "en tiempos de guerra cualquier agujero es trinchera" es un mítico dicho para tratar la escasez de relaciones sexuales. Pero si se aplica a otros temas, tiene también su sentido. Por ejemplo, en el patio de colegio del Congreso de los Diputados, es cada vez más habitual escuchar salidas de tono que incluyen insultos. Y esto que antes se hacían a escondidas, ahora surge durante el turno de palabra, sin complejos, sin vergüenza, sin respeto por los ciudadanos. Ese agujero del insulto es el reflejo de la trinchera para esquivar las vergüenzas propias

La época en la que Gabriel Rufián era el malote ya ha pasado. Su comportamiento gamberro, provocador y lleno de insinuaciones no es una novedad. Recuerdo perfectamente a Ana Pastor desquiciada cuando Rufián le preguntaba en las comisiones de investigación lanzando sus chascarrillos al aire. Pero es curioso que esto que les parecía mal, lo defendía Cuca Gamarra hace unos días, cuando es su partido quien ha traspasado los límites con acusaciones muy graves e insultos, alegó que ante la falta de política del Gobierno, solo queda el insulto.

Estas trincheras inexploradas hasta ahora solo son una continuación de la política del drama que utiliza cualquier suceso negativo para dar un titular. Los más comunes se han relacionado con cuestiones sanitarias o sociales, para apoyarse también en la persona que está sufriendo. Así, parece ser que el volcán de La Palma, la pandemia por COVID o los incendios forestales tenían algún culpable en el Gobierno. Al menos eso intentaron jugar como baza buena, a pesar de que es tan fácil contradecirlo como exponer las competencias transferidas a las Comunidades Autónomas.

Entre los dramas más frivolizados, se encuentra la escasez de médicos, algo en lo que han entrado a jugar no solo los políticos sino sus secuaces "ocultos" de algunas entidades médicas. Como siempre, es la Confederación Estatal Sindical Médica (CESM) quien trata de meter cabeza en el erario, más aún si cabe. Y además, para no perder las malas costumbres, utilizan a las enfermeras como moneda de cambio, tratando nuevamente de minusvalorarlas. Lo hacen como si esas mentes acomodadas que no tratan pacientes desde tiempos memorables fueran profesionales en quienes confiar tu salud.

Y así llegaron las burdas criticas a las maldenominadas SVAE, ambulancias de Soporte Vital Avanzado que no cuentan con médicos en sus dotaciones. Estos recursos cada vez son más habituales a medida que avanza la especialización de enfermería, pero no hay que olvidar que empezaron su andanza a finales de los 80. El aval legal es ell RD 836/2012 que indica los mínimos de este tipo de recursos, siendo un Técnico en Emergencias Sanitarias y una enfermera, además de un vehículo y material concretos.

La crítica viene porque en una parada cardiorrespiratoria en la Comunidad Valenciana en 2022, falleció el paciente, como viene sucediendo en aproximadamente el 80% de ellas. Pero como en esta ocasión acudió una ambulancia sin médico, tanto el PP como la CESM aprovecharon para acusar al gobierno de Compromís de ser los culpables de la muerte. Casualidades de la vida, sucedió lo mismo en Madrid, con el gobierno de Ayuso. En esta ocasión, para sorpresa de nadie, ninguno de los supuestos representantes de médicos dijeron nada. ¿Por qué?

La realidad es que solo querían generar polémica de quienes les aportan fondos y puestos de trabajo, lejos de cualquier argumento lógico. Y por si fuera poco, han pedido recientemente a la Ministra de Sanidad que se modifique el RD 836/2012 para que sea obligatorio un médico presente en las ambulancias. Algo que dista de la realidad de las emergencias donde un 70-80% son resueltas por un Soporte Vital Básico, que solo tiene dos TES.

Si los sindicalistas dicen que no hay médicos suficientes, no es muy lógico gastar el talento que supone formar a uno para hacer avisos o actividades no médicas en su mayoría. Pero ya expliqué este problema en Sindicato contra su tejado. Estos representantes se empeñan en condenar a los médicos en su profesión, no permitiéndoles descargarse de ese trabajo. Hasta tal punto que han preferido tener médicos sin especializar  o con especialidades no correspondientes al puesto de trabajo. Eso sí, siempre con la política en mano, porque no son iguales las quejas según qué siglas gobiernen.

¿Acaso pretende CESM que haya médicos no cualificados para las emergencias con tal de que haya un médico? ¿Aceptarían ellos que les opere de traumatología un oftalmólogo? ¿O insinúan que prefieren que directamente no haya ambulancias si no hay médico? Al final, su falta de argumentación al respecto deja claro que son los primeros incapaces de trabajar en el mundo asistencial. Pero más aún, dejan claro no tener capacidad de representar a un colectivo tan importante como son los médicos, siendo un sindicato típico de los que se dice que se van de mariscadas. Solamente buscan un lugar en la política para no trabajar de verdad por sus representados.