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Va de series

Por Sergio Sanz Herrero

Perdidos


Pensar en un posible ascenso del Real Valladolid suena a broma, y más cuando el equipo blanquivioleta no da motivos para tenerlo como opción. Ya no es que sea blanco o negro -con victorias importantes y la racha de cinco derrotas-, sino que vive en un gris constante, como si se encontrara siempre en medio de una tormenta.

 

La ilusión sigue desapareciendo con el paso de las jornadas, aunque 'los 8.000 de siempre' continúan yendo a Zorrilla (pese a las pitadas). Porque es duro, pero ahora mismo esa es la masa social de un equipo que está más perdido que Wally entre los aficionados del Atlético de Madrid. Puedes sobrevivir sin identidad, sin ideas, si tienes garra y ganas por sacar puntos, pero ni cuando esto aparece...

 

Lo más preocupante no es que el conjunto dirigido por Paco Herrera no juegue a nada, sino que parezca que la lucha y la motivación han desaparecido. Eso es lo que más le duele a la afición del Real Valladolid, que los jugadores por los que pagan por ver no lo den todo sobre el campo.

 

¿Dónde están las soluciones? La idea del entrenador sigue sin calar en una plantilla centrocampista que, con cuatro en la medular, no hace efectiva la posesión que suele tener en sus partidos. Ni el rombo, ni el 1-4-3-3... Está claro que el mensaje no llega a unos futbolistas con mucha más calidad de la que han mostrado hasta ahora.

 

Aunque quizá ese sea el problema: tener un equipo con más calidad que garra. Porque si en el apartado técnico no destaca, solo le queda morder a su rival para rasgarle las vestiduras como si estuviera en un combate a vida o muerte. Porque la situación de la temporada pasada no puede volverse a repetir, ya que sería caer una vez más en el mismo error.

 

Claro está que, con está actitud y sin juego, el Pucela deberá centrarse en sacar los puntos para mantener la categoría. Pero la realidad es que el nivel de Segunda le permite seguir cerca de los puestos de play-off, en los que entrar sería la mayor de las victorias, ahora mismo. Para ello deben cambiar muchas cosas. Desde dentro cada uno ha de hacer autocrítica y, herido en el orgullo, dejar en el campo lo que no ha dado hasta el momento.