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Clásico

Ilusionados por la política

Por Félix de la Fuente

La partitocracia se está cargado también a Europa (o de cómo "la avaricia rompe el saco")


Que los partidos políticos, cuando están en el gobierno, tienen un poder absoluto comparable al de cualquier dictadura militar es una realidad evidente, y, como la palabra "evidente" indica, es una realidad que no necesita demostración y que tampoco se puede negar. Basta con tener los ojos abiertos para percatarse de esta realidad.

Que no nos engañen y nos hablen de democracia. Los ciudadanos somos un cero a la izquierda. Los parlamentarios no son nuestros representantes, sino los representantes de los partidos políticos. Estos son los que confeccionan las listas electorales, y nosotros estamos obligados a elegir toda la lista sin posibilidad de rechazar a nadie. Los parlamentarios teóricamente tienen libertad de voto, pero en realidad están forzados por la disciplina del partido, y, si alguno osa no obedecer las órdenes del partido, queda estigmatizado para siempre. Y no resulta nada fácil ganarse el sueldo con el sudor su propia frente, cuando, como diputado, lo ha tenido tan elevado y tan fácil. Sí, pero al menos el programa del partido cuya lista hemos votado es algo nuestro, con lo que estamos conformes. Esto sería así, si los partidos respetaran el programa que han presentado o no hicieran todo lo contrario.

¿Y qué decir del control que los jueces pueden ejercer sobre el gobierno? No dudo de la honestidad de la mayoría de los jueces, pero en los órganos superiores de la judicatura hay personas que han estado muy ligadas a la política o han sido miembros del gobierno. Y todos estos deberían estar obligados a abstenerse cuando tienen que decidir sobre cuestiones que pueden beneficiar o perjudicar al gobierno, como en el caso del proyecto de Ley sobre la amnistía. Es más, deberían abstenerse por propia iniciativa, sin esperar a ser recusados. Si a todo esto se añade que ahora los jueces, que deben ser los controladores del gobierno, van a ser controlados por éste a través de las comisiones de investigación del parlamento, ya podemos empezar a cantar "democracia, adiós para siempre, adiós".

Bueno, pero tenemos a la prensa -el cuarto poder- para denunciar las cosas que los políticos hacen mal. "Libertad de expresión", lo llamamos. Prensa libre, haberla hayla, pero la mayoría de los periódicos por una razón o por otra -en agradecimiento a los favores o por temor las represalias- se someten dulcemente a los dictámenes de los que mandan. Lo que está ocurriendo en España es un aviso de lo que empieza a suceder en la UE. No son las instituciones europeas las directamente responsables del parón que reina en el proceso de integración, sino la dictadura de los respectivos partidos políticos que gobiernan en los Estados miembros. La Comisión Europea es demasiado lenta y debe empezar de una vez a poner un poco de orden en España y en otros países.

Como los partidos políticos no van a cambiar, pues las dictaduras no sueltan las riendas por propia iniciativa, somos los ciudadanos los que no debemos revelarnos contra esta situación. Pero también podría suceder que la avaricia de ciertos políticos confrontada con la avaricia de Puigdemont nos abriera el camino hacia la solución. "Todo por la independencia" de Cataluña, podría chocar con el "todo por el poder" y de este choque saltaran chispas que prendieran fuego a tanto desaguisado.  Lo ocurrido con Yolanda Díaz, la amiga de Alfonso Guerra, le puede suceder a Sánchez. La avaricia rompe el saco.

El día que la UE deja de ser la solución para España, perded toda esperanza.